El Mecanismo de Anticitera toma su nombre de la isla griega homónima donde se encontró en 1901. Un pescador de esponjas fue quien descubrió el pecio, a 40 metros de profundidad, donde fue encontrado este dispositivo de bronce. Inicialmente no se llegó comprender su funcionamiento, en parte porque no entraba dentro del trabajo conceptual de los especialistas en artefactos grecorromanos de la época –se estima que data entorno al año 100 antes de nuestra era– y en parte por la falta de teconología capaz de descubrir sus secretos.
En la que se considera su parte frontal se encuentra un disco con dos escalas concéntricas. Una presenta 365 divisiones agrupadas en los doce meses del año, mientras que la otra está dividida en 360 grados agrupados en los doce signos zodiacales. Se postula que contaba con una aguja que indicaba la posición del sol y otra, coronada por una esfera, que indicaba la posición de la luna. La esfera estaría coloreada, mitad blanca y mitad negra, y mostraría la fase de la luna. También se especula que además de las dos agujas anteriores estaría provisto de cinco más, en las que se mostraban los planetas conocidos de la época: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Las agujas se movían a lo largo del disco mostrando algorítmicamente la posición del sol, la luna, los planetas y la fase de la luna.
En la parte posterior el Mecanismo de Anticitera presenta dos diales en espiral que permitían representar varios ciclos astronómicos o calendarios. El superior cubre un ciclo de Calipo, formado por cuatro ciclos de Metón. Cada ciclo metónico corresponde a un calendario de 235 meses, que representaban 19 años, al cabo de los cuales la distribución de las lunas nuevas volvía a repetirse. El inferior representa un ciclo de Exeligmo, formado por tres ciclos de Saros. Cada ciclo sarónico corresponde a un calendario de 18 años con 223 meses, que es el tiempo cada cuando se repiten los eclipses de sol y de luna.
Cada ciclo inferior, metónico o sarónico, ofrecían de por sí una buena precisión en el cálculo que representaban. Sin embargo la agrupación en ciclos superiores mejoraba la precisión al corregir la imprecisión del anterior. Por ejemplo un ciclo metónico surge del intento de sincronizar los ciclos lunares y solares. La diferencia entre 19 años o 235 meses lunares es de apenas dos horas. Sin embargo la tierra requiere de más de 365 días en completar su vuelta alrededor del sol, concretamente casi un cuarto de día más. Por este motivo, el ciclo de Calipo, corregía este error al multiplicar por cuatro el ciclo de Metón.
Mathias Buttet, actual director de fabricación e i+D de Hublot, ha querido rendir homenaje a esta obra maestra de la mecánica que nos ha legado la historia mediante el Hublot Anticythère. Para ello ha sido necesario miniaturizar las indicaciones del Mecnismo de Anticietera hasta las dimensiones de un reloj de pulsera e incorporar la medición del tiempo con un nivel de precisión comparable al de las indicaciones astronómicas.
El reto ha permitido una estrecha colaboración entre el equipo de relojeros y el de arqueólogos que ha permitido establecer interesantes sinergias entre ambos. Si los arqueólogos han revelado a los relojeros soluciones técnicas olvidadas desde la antigüedad, los relojeros han contribuido a que los arqueólogos comprendan mejor algunos engranajes y puedan así validar algunas hipótesis mecánicas.